Dibujante y productor
cinematográfico estadounidense, pionero del cine de dibujos animados, principal
creador de la etapa clásica de la animación y fundador de la corporación que
lleva su nombre.
Aunque nacido en Chicago, pasó los años más felices de su
infancia en una granja cerca de Marceline (Missouri), hasta que en 1909 su
padre enfermó y la familia hubo de trasladarse a Kansas City. Allí empezaría a
trabajar de repartidor de periódicos, labor que compaginaba con sus estudios,
en los que no destacaba. Prefería el dibujo y las historietas; las primeras que
trazó aparecerían en el periódico de su instituto en Chicago, adonde la familia
se había trasladado nuevamente.
En 1918, el joven Walt trató de alistarse en el ejército.
Como no tenía la edad suficiente, falsificó su partida de nacimiento y,
fingiendo haber cumplido los diecisiete años, logró ser admitido como conductor
de ambulancias de la Cruz
Roja. Sin embargo, cuando terminó su formación, la guerra ya
había terminado y su trabajo se redujo a trasladar oficiales.
De regreso a Estados Unidos, se estableció en Kansas City y
consiguió un trabajo de publicista en el Pesemen-Rubin Art Studio, donde trabó
una amistad clave con el dibujante Ubbe Iwerks. Ambos fundaron en 1920 la
empresa Iwerks-Disney Commercial Artists, que resultó un fracaso. Hubieron de trabajar
otra vez por cuenta ajena en la
Kansas City Film Ad, empresa en la que tendría lugar su
primer contacto con las rudimentarias técnicas de animación de la época, cuyas
posibilidades fascinaron de inmediato a Disney.
En 1922, cuando creyó que había aprendido lo suficiente,
Disney fundó la compañía Laugh-O-Gram Films, con la que realizó exitosos
cortometrajes basados en cuentos infantiles. Sin embargo, los gastos de
producción superaban los beneficios, y al año siguiente tuvo que cerrar.
Desalentado, Disney se trasladó a Hollywood sin otra idea que llegar a ser
director de cine "normal". Por suerte, una distribuidora se interesó
por Alice's Wonderland, una de las películas que había producido Laugh-O-Gram
Films, y le encargó nuevas películas que combinasen animación e imagen real.
Para satisfacer el encargo nació el Disney Brothers' Studio (dirigido por Walt
y su hermano Roy), que produciría nueve Alice Comedies (Comedias de Alicia), a
las que seguiría en 1927 la serie Oswald, el conejo afortunado, un encargo para
la Universal
Pictures creado por Ubbe Iwerks, que se había unido a la
nueva andadura de los hermanos Disney.
Las series tenían éxito y el estudio iba creciendo con
talentosos dibujantes, aunque un tropiezo con la Universal Pictures ,
que tenía los derechos sobre Oswald y decidió prescindir de sus servicios,
estuvo a punto de arruinar la naciente empresa. La solución era crear otro
personaje y éste fue ni más ni menos que el ratón Mickey Mouse, que con el
tiempo sería el emblema de la llamada Factoría Disney. Su paternidad es
discutida; Disney se la atribuyó, pero pudo ser obra de Ubbe Iwerks o de ambos.
Tras dos intentos fallidos, el flamante ratoncito triunfaría con Steamboat
Willie (1928), que fue un gran éxito. Inmensamente popular, los cortometrajes
se sucedieron con rapidez, y en 1930 el personaje pasó al cómic. Los cortos
protagonizados por Mickey Mouse se alternaron con una serie de graciosas
animaciones musicales titulada Sinfonías tontas.
Pese a algunos contratiempos (como el abandono de Iwerks,
quejoso de la explotación a que lo sometía Disney), el negocio iba viento en
popa. En 1934, Disney emprendió un proyecto visionario: la producción de un
largometraje que iba a ser el primero de la historia de la animación. Nadie se
había atrevido a ello por los enormes costos que suponía; de hecho, la
industria de la época consideró la idea una locura. Y, efectivamente, a
mediados de 1937, el estudio se había quedado sin un céntimo. Disney tuvo que
pedir un crédito para completar el millón y medio de dólares que costó. Pero
ocurrió que, en taquilla, Blancanieves y los siete enanitos (1937) generó unos
ingresos de ocho millones de dólares. No solamente había acertado como
empresario, sino también como artista, porque Blancanieves y los siete enanitos
resultó ser además una obra maestra, de altísimo nivel técnico, graciosa
sensibilidad y gran soltura narrativa.
Los beneficios permitieron a Disney construir, dos años
después, un inmenso estudio en Burbank, y producir, junto a los cortos de
siempre, extraordinarios largometrajes (Pinocho, Fantasía, Dumbo, Bambi) que,
sin embargo, no siempre produjeron beneficios. Disney tuvo que encarar además
otros problemas, como la huelga de 1941, que paralizó los estudios y perjudicó
la imagen de la empresa; de algunos de sus líderes se vengaría en 1947,
denunciándolos ante el Comité de Actividades Antiamericanas.
Logró capear el temporal abriéndose a otros géneros, como
los documentales, y en la década de los 50, con una situación más boyante,
volvió a la carga con nuevos largometrajes de éxito: La Cenicienta , Alicia en
el país de las maravillas, Peter Pan o La dama y el vagabundo. Al mismo tiempo,
las actividades de la corporación siguieron extendiéndose a otros ámbitos, como
la películas con actores reales (La isla del tesoro, 1950; Veinte mil leguas de
viaje submarino, 1954), la producción de programas para la televisión (iniciada
en 1950) y una última idea megalómana, la de traer a la tierra su mundo de
fantasía con la construcción de Disneylandia, que, inaugurado en 1955, fue lo
que hoy llamaríamos el primer parque temático de la historia.
Más grandioso fue aún el proyecto de un nuevo parque en
Orlando, Disneyworld, que no llegaría a ver concluido. Apartado en sus últimos
años ya del trabajo directo en la animación y más centrado en los proyectos
empresariales, en 1966 se le diagnosticó un cáncer de pulmón y falleció a los
pocos meses. El Mago de Burbank, como se le llamaba a menudo, dejaba un
solvente emporio empresarial que aún perdura. Y sus amables películas, repletas
de fauna humanizada, siguen todavía poblando la imaginación de millones de
niños.
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